Fecundidad de reemplazo


Se refiere a la fecundidad mínima necesaria para que una población cerrada (las migraciones se entienden aparte) se mantenga indefinidamente en el tiempo sin disminuir su volumen, y suele cifrarse en 2,1 hijos por mujer como promedio.

Se entiende así que cada mujer debe reproducirse a sí misma y a su pareja, y el decimal se debe a que existen mujeres que no tienen ningún hijo,  y a que en el nacimiento de cualquier cohorte la proporción femenina es algo inferior a la de barones (ver relación de masculinidad). Sin embargo, pese a haber sido utilizado profusamente, y pese a haber servido para justificar políticas natalistas y alarmas sobre el futuro demográfico de muchos países, este nivel es falaz. La fecundidad de reemplazo no existe. Resulta de una mala utilización de los principios del análisis de la reproducción, y de no distinguir la reproducción individual de la reproducción poblacional. Una persona puede decir que se ha reproducido porque ha tenido un hijo, al margen del tiempo que éste viva. Pero para una población el tiempo que viven los hijos es esencial, tenerlos es sólo el inicio de la reproducción, después hace falta que vivan, especialmente hasta edades adultas para que tengan a su vez la posibilidad de tener hijos (ver La Revolución Reproductiva).

La reproducción poblacional, por tanto, no depende únicamente de la fecundidad, sino que resulta de su balance con el otro componente del análisis demográfico, la mortalidad. En una población con una supervivencia escasa hasta las edades reproductivas, una fecundidad de 2,1 puede ser totalmente insuficiente. De hecho, históricamente, ha sido corriente que las poblaciones se mantuviesen sin apenas crecimiento pero a costa de fecundidades superiores a 5 hijos por mujer. Y, al contrario, una población cuya supervivencia no hace más que aumentar puede mantenerse en el tiempo con fecundidades inferiores al 2,1 mítico. El «reemplazo» poblacional, por tanto, y a diferencia del «reemplazo» individual, no depende sólo del número de hijos que tengan las personas, sino que depende también del tiempo que viven, ellas y sus descendientes.

 


Música en ApdD: Oblivion – A. Piazzolla (Arr. V. Villadangos)

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