El concepto de «población»


La propia demografía se define a sí misma como el estudio de «la población», pero utiliza más de un significado para esa palabra. Esta polisemia respecto al objeto propio de estudio ha sido un lastre grave para que se le reconozca el estatuto de «ciencia» (uno de los requisitos fundamentales de cualquier teoría científica es la definición unívoca de los conceptos, variables y operaciones que maneja).

Por tanto conviene tener claros los distintos usos que puede darse al término, incluso en los trabajos demográficos. Y conviene distinguir cuáles son los específicos de la disciplina, en caso de haber varios, saber a cuál nos referimos cuando decimos que «la población» constituye el objeto de estudio.

No son específicas de la demografía las siguientes maneras de utilizar el término «población»:

1) El concepto común de población, difuso, propio del lenguaje ordinario, pero también utilizado en general por todas las ciencias sociales. No nos sirve para distinguir a un demógrafo de un sociólogo o un antropólogo; las personas que acuden un domingo a bañarse en una playa pueden ser un objeto de estudio antropológico, pero no constituyen una población en su sentido demográfico.

2) Existe también un uso estadístico, técnico, del término «población», que comparten diversas disciplinas científicas (incluidas las ciencias sociales y la demografía). Hace referencia al «universo» o «colectivo» de referencia sobre el que se hacen las observaciones, la «n» de la distribución. Aunque en demografía se use prolijamente el instrumental estadístico, este uso del término tampoco hace referencia al objeto de la disciplina demográfica.

Podría parecer que, una vez separados los usos anteriores, estaríamos por fin libres de malos entendidos que provoca el utilizar un término con más de un significado. Por desgracia, la propia demografía también mantiene para la misma palabra dos significados muy diferentes, ambos utilizados en cualquier manual de análisis demográfico. El uso de ambas es fácil de ejemplificar en una frase como «al empezar el siglo XX la humanidad (población= objeto del análisis) había superado ya los 1000 millones de personas (población= estoc o volumen alcanzado en un determinado instante).

Así pues, son específicas de la demografía estas otras dos maneras de entender el término «población»:

3) La población es el estoc de personas en un instante del tiempo, y dicho estoc suele caracterizarse de forma unívoca por su volumen, pero también podría analizarse su estructura (por edades, sexo, estado civil, etc.). En el ejemplo usado arriba, la población serían los 1000 millones (véanse aquí los conceptos de estoc y de estructura)

4) La población es un ente colectivo con continuidad en el tiempo, integrado por personas de las cuales nos interesan las características y comportamientos que condicionan dicha permanencia; todas aquellas, en definitiva, que condicionan la duración previa al fallecimiento y la reposición de las personas que fallecen por otras «nuevas». En este significado, las poblaciones son «sistemas reproductivos».

¿A cuál de estos dos significados propios nos referimos entonces como objeto de estudio de la demografía? La respuesta es clara en cualquier manual de análisis: el estoc poblacional en un cierto momento no es más que una expresión instantánea, una fotografía que detiene el tiempo para una población que existe y se prolonga en el pasado y en el futuro, mucho más allá del instante en que realizamos la medición, incluso mucho más allá de las vidas individuales que la integran en ese instante. Por tanto:

La población que estudia la demografía no es un simple estoc de personas, con un cierto volumen y estructura. Es un ente dinámico y sistémico, un sistema reproductivo que se alimenta de nacimientos y cuyo balance interno está directamente ligado al tiempo que tardan en fallecer. La reproducción no termina cuando se trae una nueva vida al mundo. Los nacimientos requieren cuidados, atenciones y recursos que se traducen en vidas con una duración variable pero que debe ser suficiente para que una parte de los nacidos tengan la oportunidad, a su vez, de convertirse en adultos y generar nuevas vidas antes de morir. La materia prima de las poblaciones no son, en realidad, los estocs de personas, sino las vidas de esas personas, y las vidas no son instantáneas, por mucho que puedan ser detenidas en cualquier instante.

Lo que la demografía investiga de las poblaciones es el conjunto de factores inmediatos que condicionan su existencia y reproducción a lo largo del tiempo. Si la materia prima son los «haces» de vidas individuales y simultáneas a lo largo del tiempo, la demografía analiza los instantes en que las vidas individuales empiezan y terminan, la duración que media entre ambos momentos, y las características y conductas individuales que condicionan la reproducción individual de tales vidas. La fecundidad es un pilar fundamental del análisis demográfico, el otro, junto a la mayor o menor duración de las vidas, es decir, la mortalidad. En ambos casos es crucial en análisis por edad y por sexo, porque una y otra variable condicionan muy rígidamente los roles reproductivos.

Detrás de tales factores encontramos inmediatamente multitud de otros condicionantes «secundarios»: las políticas de salud, las pautas de emparejamiento, las formas de familia, la planificación familiar, los roles de género, la relación con el mercado de trabajo, etc. Cuando se alcanza finalmente a integrar tales ámbitos de investigación se produce una intersección prácticamente obligada, y sumamente enriquecedora, con otras ciencias sociales. A un demógrafo le interesa el estado civil de las personas en edades reproductivas porque es un condicionante de su fecundidad, pero a un jurista puede interesarle también porque denota el grado de aceptación social de la forma concreta de derecho civil existente. A un demógrafo le interesa el nivel de instrucción de las mujeres y la duración de sus estudios porque existe una vinculación directa con su fecundidad, mientras que a un sociólogo del mercado laboral le interesa porque condiciona la disponibilidad y el perfil de la mano de obra existente.

Algunas consideraciones adicionales sobre el objeto de la demografía, la población.

Las poblaciones estadísticas pueden ser definidas arbitrariamente, en función de los conceptos y clasificaciones con que cada disciplina entienda a los seres humanos (uno de los grandes retos de la teoría del conocimiento de todas las épocas ha sido establecer una correspondencia «natural» entre un concepto y el universo de los entes reales que quedan englobados en él; parafraseando una conocida ironía de Borges, ¿por qué es menos real el grupo de los «animales que aparecen dibujados en los jarrones del emperador» que el grupo de «los que tienen cuatro patas»?). De esta manera, los coleccionistas de sellos, los fans de los Rolling Stones, los trabajadores de General Motors o los habitantes de zonas rurales pueden constituir poblaciones para quienes estudian tales temas. Parecería que no es esto lo que hace un demógrafo cuando dice estudiar «una población».

Pero la demografía tiende a ocuparse también, incluso principalmente, de tales «poblaciones», entre otras cosas porque sus herramientas de análisis estadístico se prestan a ello con gran facilidad. De hecho, el tipo de población más habitualmente estudiado es el definido por límites administrativos o políticos, especialmente los Estados, y fue para eso para lo que se la creó. La demografía nació como una rama más de la estadística (en el sentido de «contabilidad del Estado»).

Pero la demografía trascendió la mera «estadística» de las «poblaciones» cuando se vió abocada a proporcionar a los gobernantes no sólo un inventario de los súbditos, sino una explicación de la dinámica poblacional que permitiera hacer previsiones de futuro o recomendar medidas que modificasen la evolución prevista. Esto ocurrió especialmente a finales del siglo XIX y, sobre todo, a principios del siglo XX, cuando las élites políticas de los imperios coloniales europeos desarrollaron una intensa «paranoia demográfica» por el descenso de la fecundidad. Vincularon dicho descenso a los peligros internos (relajación de las costumbres y el respeto a la autoridad, comportamiento inmoral, anticoncepción, mayor crecimiento de las clases bajas, organizaciones obreras revolucionarias, sufragismo femenino, etc.) y externos (falta de soldados, mayor crecimiento del «enemigo», problemas para mantener y expandir las colonias, etc.). Había que frenar «La Decadencia de Occidente», que era como se diagnosticaba la deriva con la que el mundo se dirigía a los dramáticos cambios del orden social e internacional de las cuatro primeras décadas del siglo.

Todo ello, unido a la nueva concepción de la humanidad facilitada por Darwin, permitió ver a las poblaciones como entes «vivos» con leyes internas. Esta concepción debe mucho al organicismo y al darwinismo social, pero también al nacionalismo más primario, esencialista, extendido como nueva justificación de la soberanía de los estados modernos frente a las monarquías absolutas. En nombre de las «poblaciones/naciones» los gobernantes de los imperios coloniales concibieron «políticas demográficas» que enlazan finalmente con auténticas aberraciones políticas como el genocidio nazi durante la primera mitad del siglo XX. La población/nación ha sido y sique siendo una coartada ideológica para quienes anteponen la nación a las personas que la integran. Todos estos temas se ven también desarrollados en este blog en su parte dedicada a las políticas de población.

Una última reflexión: a estas alturas, ¿qué sentido tiene considerar como un sistema demográfico la población de un municipio de mil habitantes? Es evidente que en el modelo hay que integrar las «entradas» y «salidas» no naturales, las migraciones, y que la consideración de «sistema» sólo puede asignarse a una población mucho más amplia, de la cual un municipio sólo será una parte muy pequeña con características y funciones específica. En ese sentido la Demografía se enfrentea a sistemas demográficos cada vez más amplios, con más trasiego entre sus subdivisiones internas. Tenía sentido hablar de sistemas demográficos diferenciados hace algunas décadas incluso, en Papúa Nueva Guinea, pero la evolución histórica conduce a una progresiva integración planetaria. Es posible que en la actualidad sólo quepa hablar de una única población en sentido estricto: la humanidad.

Para ampliar información sobre algunos conceptos utilizados en esta página:

Curso de análisis demográfico de este blog

Estocs y flujos demográficos

Concepto de estructura en demografía

Diferencia entre fecundidad y fertilidad

Políticas de población

3 comentarios en “El concepto de «población»”

  1. Excelente aporte. Me parece interesante, el concepto de población ligado al de sistema reproductivo, por cuanto esta característica es la que le da su sentido dinámico.

    Me parece que hace falta profundizar lo expuesto en los dos últimos párrafos, por cuanto no es conveniente caer en el trillado concepto de «Globalización». Si bien es cierto que «(…) la evolución histórica conduce a una progresiva integración planetaria», no por ello debemos desconocer la riqueza de las «poblaciones» particulares.

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  2. Excelente aporte, gracias por volver de nuevo a postear.
    Los sociólogos tienen problemas semejantes al tratar de definir «sociedad» y son pocas las propuestas actuales para hacerlo.
    Lo único que me llama la atención de tu aporte es que no incluye citas a textos que traten sobre el tema…

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Julio Pérez Díaz, CSIC. Estudios de población y análisis demográfico