«La gente prefiere quedarse», por Pablo Pumares


Pablo Pumares, profesor de la Universidad de Almería, fue entrevistado recientemente  por la periodista Rut Gómez Sobrina, acerca de las consecuencias que está teniendo, sobre la movilidad en España, la actual situación económica y laboral. La entrevista ha sido  publicada por el Coethe Institut de Madrid y me la hace llegar, «por si me interesa» incluirla mediante algún link en el blog. Como su contenido  tiene plena sintonía con los temas que aquí se tratan,  me permito reproducirla íntegramente. Muchas gracias, Pablo, y también gracias anticipadas a todos los que nos digáis qué opinión os merece la entrevista:

“La gente preferiría quedarse”

Entrevista de Rut Gómez Sobrino a Pablo Pumares

Ante la progresiva emigración de los españoles en busca de un trabajo en otro país, el profesor Pablo Pumares, experto en movilidad, explica las causas y consecuencias de este fenómeno.

En estos cinco años de crisis, ¿ha transformado el empobrecimiento progresivo de la población el concepto de movilidad? ¿Cuál es la tendencia en este concepto?

En cierto modo sí ha habido esta transformación. Los datos indican que las migraciones internas están estancadas o incluso han disminuido ligeramente. Desde mi punto de vista esto se debe a que, aunque la terrible situación laboral debería ser un acicate para buscar opciones fuera, apenas se percibe que existan oportunidades en ningún lugar de España. Las personas pueden desplazarse ocasionalmente en busca de trabajo, pero como no lo hay, no se concreta la migración, pues se prefiere “capear el temporal” en el entorno, donde al menos cuenta con ayudas familiares y quizá algo de patrimonio. Donde sí existe un cambio relevante es en las migraciones exteriores. Se han reducido las entradas y han aumentado las salidas, hasta el punto que el saldo migratorio se ha tornado negativo. Esto se debe a que los extranjeros se dan cuenta de que España ya no ofrece oportunidades laborales, así que algunos de ellos retornan o re-emigran, y también porque los españoles sí perciben que hay mejores perspectivas en otros países. El número de españoles que ha emigrado a raíz de la crisis todavía es reducido, pero es una tendencia creciente, sobre todo entre los más cualificados, que hablan idiomas y pueden acceder a mejores empleos que difícilmente van a conseguir en España.

¿Por que hasta ahora los españoles, al contrario que otros países europeos posiblemente en mejores condiciones, no se planteaban la movilidad como alternativa profesional o académica?

Hay varios factores que influyen en este sentido. En general, España está poco preparada para la movilidad. Los lazos familiares siguen siendo muy fuertes y probablemente por ello puedan sobrevivir hoy muchos españoles. Además tiene muchos efectos prácticos, pues sigue siendo muy importante a la hora de proveer servicios que todavía no facilita nuestro estado del bienestar –actualmente en retroceso, como lo que se refiere a los menores de tres años-. Hay que constatar que la protección que se ofrece hasta edades demasiado avanzadas disminuye la autonomía y la adquisición de responsabilidades de nuestros jóvenes. Por otro lado, la tendencia a la vivienda en propiedad y la rigidez del mercado de vivienda en alquiler, tampoco ayudan. La movilidad supone muchos costes, no sólo de adaptación a un nuevo entorno, sino económicos (vivienda, que la pareja encuentre trabajo…) o de compatibilidad de horarios escolares y de trabajo (cuando no tienes a la familia que te ayude). En general, salvo en puestos muy elevados, estos costes no se compensan con una prima normalmente muy reducida.

¿Qué retos presenta la movilidad a otros países?

En cuanto a la movilidad al extranjero. Quienes menos resistencia ofrecen son los jóvenes más cualificados que buscan mejorar su formación – de hecho, hay posgraduados españoles en los mejores centros de investigación mundiales- y su proyección profesional. De todos modos, si hay oportunidades de un buen trabajo en el entorno la mayoría de la gente prefiere quedarse en lugar de emigrar aun a costa de mejor sueldo. Otra cosa es si, como ocurre ahora, no hay opciones reales de trabajo.

¿En una posible recuperación económica será posible el regreso de todos aquellos que se están marchando en la actualidad o por el contrario estamos asistiendo a una pérdida de capital social irrecuperable?

El problema no son los que se han marchado, que creo que son pocos. El problema es que esto no ha hecho más que empezar. Las perspectivas, incluso las más optimistas, en el contexto de contracción en el que nos desenvolvemos son demoledoras para la gente joven a medio plazo. Esto significa que, especialmente los jóvenes más cualificados van a emigrar cada vez en mayor número y, además tendrán que permanecer fuera durante bastantes años. Cuanto más tiempo fuera, más fácil es crear lazos y asentarse en el lugar de destino, y más complicado es volver. Desde mi punto de vista, aunque la emigración también produce retornos a través de la cooperación que estas personas puedan contribuir a crear con empresas e instituciones españolas, la pérdida de capital humano va a ser irreparable.

En la década de los 60-70 el éxodo rural conllevo a un abandono de los pueblos y a cierta aglomeración de las ciudades. En el momento actual, ¿es significativo el abandono de las ciudades hacia las áreas rurales? ¿Puede llevar la crisis a un abandono de los núcleos urbanos debido a la caída en la calidad de vida en estos entornos?

En general no es significativo. La mayoría de los pueblos del interior peninsular siguen perdiendo población. Aunque la crisis puede favorecer que algunas personas vuelvan a su pueblo porque pueden reducir gastos, sobre todo si mantienen en él una vivienda, hasta ahora se trata de un número reducido y que cabe catalogar como de resistencia, pues las oportunidades laborales van a seguirse originando principalmente en el entorno de las grandes ciudades. Es cierto que con el desarrollo de las telecomunicaciones es cada vez más factible trabajar a distancia, pero todavía está poco implantado. Las grandes ciudades pierden en ocasiones población, pero generalmente es por desbordamiento sobre las áreas adyacentes. En realidad se trata de un progresivo avance de la vida urbana sobre el entorno rural inmediato.

Desde el año pasado el saldo migratorio de España es negativo, los inmigrantes que en su día llegaron a nuestro país se están marchando y lo que es peor, dejando aquí el resultado de todos sus años de trabajo. ¿En que momento se encuentra ahora la movilidad de la población inmigrante en España y cual será la tendencia en los próximos años?

Es evidente que los inmigrantes sufren la crisis en primera línea y su tasa de paro se han disparado a niveles aún mayores que los de los españoles. En este contexto cabe esperar, como de hecho se están produciendo, retornos o emigraciones a otros países y, desde luego, una caída de la inmigración hacia España. Observamos que la re-emigración es más fácil entre aquellos que tienen poco arraigo en España o entre quienes se ven acuciados por deudas, particularmente las de carácter hipotecario. Efectivamente, muchos lo están perdiendo todo, pero al menos el regreso a sus países les puede librar de sus deudas, mientras que los españoles, por nuestra peculiar legislación en materia hipotecaria, están perdiendo hasta lo que no tienen (siguen teniendo deudas después de haberlo perdido todo). Sin embargo, también se constata una resistencia muy fuerte a retornar entre los más asentados, quienes habían conseguido ciertos logros tras largos años de trabajo. De este balance debemos esperar una reducción del número de inmigrantes, pero mucho más lenta de lo que se podría intuir.

¿Cómo va a transformar la crisis el mercado laboral español y europeo? ¿Será posible extraer alguna buena lección de la actual situación? 

Las actuaciones políticas ante la crisis están conduciendo a una pérdida notable de derechos de los trabajadores, a inestabilizar la clase media y a incrementar la dualidad social. Extraer una buena lección habría sido si se hubiera atacado las causas de la crisis: regular mejor la actividad financiera y regenerar la política, demasiado en connivencia con los intereses financieros.

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Diciembre de 2012

4 comentarios en “«La gente prefiere quedarse», por Pablo Pumares”

  1. Muy interesante la entrevista. De acuerdo con todo, la vuelta a los pueblso, ni la hay ni se la espera. Nunca he entendido, que sea más barato vivir en un pueblo que en una ciudad. Una ciudad te ofrece más servicios, competencia, limitados gastos de transporte,… Si al menos en los pueblos regalaran las viviendas, pero en muchos casos, hasta son igual de caras.

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    1. Me alegra tu opinión, y estoy de acuerdo contigo. Pero se puede seguir aquí; sólo tienes que escribir tus preguntas a Pablo Pumares, y seguro que él encuentra un momento para contestar

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