La tía Tula, el sororato y la mortalidad


Fotograma de la adaptación al cine

Siempre me sorprende la escasa presencia de la demografía en las ciencias sociales y, especialmente, la facilidad con que se olvida la mortalidad y sus cambios históricos como factor determinante de la conducta humana. Todo cambio social parece poderse explicar por los cambios de valores, culturales, morales o de opinión, como si hubiese dejado de importar el modo en que cambian las condiciones estructurales y materiales.

Pero la elevada probabilidad de que falleciese algún miembro adulto de la familia estaba en el origen de muchas pautas «culturales» hoy prácticamente desaparecidas, y su desaparición está directamente vinculada a la mejora de la supervivencia.

Un buen ejemplo es el sororato, un concepto manejado en antropología y poco conocido. En sus formas más ancestrales consiste en una unión matrimonial en la que el varón contrae derechos con la esposa y simultáneamente con todo el grupo de sus hermanas, en algunas poblaciones incluso a título de concubinas. Se trata de una acuerdo entre grupos de parentesco por el que se garantiza la fertilidad y crianza de los hijos pase lo que pase con la mujer desposada.

Esto puede sonar muy arcaico y alejado de las sociedades avanzadas (de hecho hace mucho que la práctica del sororato «amplio» desapareció de Occidente, incluso fue prohibida explícitamente en muchos países). Pero se trata de un espejismo. En España que, debe recordarse, tenía al empezar el siglo XX un esperanza de vida por debajo de los 35 años, la más baja de toda Europa, la práctica de un sororato «básico» ha subsistido hasta muy recientemente. Tanto que todavía puede ser descrita en primera persona por algunos de nuestros mayores (yo la he presenciado en mi familia, en la generación de mi madre), y aparece presente en la literatura del siglo XX con total vigencia pese a su arcaísmo, súbitamente evidente para los contemporáneos.

Primera edición, 1921

En su versión reducida, el sororato se produce cuando, en un matrimonio, la mujer fallece y deja huérfanos menores, y una de sus hermanas debe casarse o convivir con su cuñado viudo y asumir la crianza de sus sobrinos-hijastros. Esa es la situación que sirve de marco narrativo para La Tía Tula, extraordinaria novela de Miguel de Unamuno.

El análisis de la novela siempre ha enfatizado su lado contestatario. Tula sería una solterona inmersa en un mar de tabúes y represiones muy característicos de la España del momento, que tras la muerte de su hermana se ve obligada a cuidar de sus sobrinos y cuñado. Recta, frugal, moral e intachable, vive invadida por el tedio y la íntima insatisfacción a la vez que la invade una pasión inconfesable por su cuñado.  En suma, un alegato contra la represión y la autosumisión.

Yo no voy a entrar en ese terreno interpretativo. Me limito a señalar que la propia institución del sororato, tal como pervive en la España más reciente y es ilustrada en la novela de Unamuno, guarda una estrecha relación con la altísima probabilidad de la viudedad y la orfandad precoces, y que las estrategias de respuesta a un riesgo como ese comprenden un amplio abanico de prácticas que hoy pueden parecer «inexplicables» o simplemente ilógicas cuando se las entiende como un simple resultado de «pautas culturales»: la explotación precoz de los menores,  la institución de los «padrinos y madrinas» como sustitutos eventuales, la escasa especialización de roles en los grupos familiares (todos tenían que poder asumir cualquier rol), frente a la extrema especialización de roles en la familia nuclear parsoniana.

La mejora de la supervivencia poblacional, con el aseguramiento de que la pareja va a durar muchos años, o de que los hijos van a contar durante toda su infancia y adolescencia con la presencia en este mundo de sus dos progenitores, es un factor causal de cambios en los comportamientos conyugales y familiares mucho más poderoso y explicativo que cualquier cambio de valores, por mucho que estos sean la panacea explicativa de los sociólogos contemporáneos.

La tía Tula en el cine

En 1964 se estrenó una excelente adaptación cinematográfica de la novela de Unamuno. Bajo la dirección de Miguel Picazzo, y con un gran reparto (Aurora Bautista, Carlos Estrada, Enriqueta Carballeira, Irene Guitérrez Caba), se convirtió en un alegato contra el inmovilismo del país, hasta el punto de ser previamente rechazada por la productora inicial, y posteriormente censurada y amputada en gran medida. Pese a todo ello obtuvo gran reconocimiento nacional e internacional, y se convirtió en una de las primeras obras del movimiento conocido como Nuevo Cine Español.

Definición de Sororato del Dicccionario de Antropología de T. Barfield en Wikipedia.

2 comentarios en “La tía Tula, el sororato y la mortalidad”

  1. Me encantaría que echarais un vistazo a otra película, si no lo habéis hecho ya, con un contexto también significativo para la demografía. Su título es «Vacaciones de Ferragosto» (Pranzo di Ferragosto, 2008, dir: Gianni di Gregorio) y es una pequeña historia sobre la vejez. Un hombre maduro y hedonista se hace cargo de su madre y otras ancianas durante unos días de Agosto. Sin en «La tía Tula» todo es represión, aquí todo acaba en rebelión ante los límites de la edad y la salud.

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