Congreso en Marraquech y libertad en Marruecos


Esta semana Taieb Fassi Fihri, el ministro de asuntos exteriores y cooperación de Marruecos, visitó España. En rueda de prensa, acusó de «tergiversar la verdad» a los periodistas españoles, en vez de responder a sus preguntas. Ayer fueron dos periodistas los agredidos en Marruecos cuando cubrían un juicio a un saharaui.

A quienes participamos el año pasado en la XXVI Conferencia Internacional sobre Población de la IUSSP, celebrada en Marraquech, no nos sorprende. Aprovecho la coyuntura informativa para denunciar ahora lo que no denuncié entonces, quizá porque no vi clara la manera.

Marruecos es un país extraordinario (muchos de sus ciudadanos viven y trabajan normalmente en España, y tengo amigos entre ellos). Muchos demógrafos consideramos una excelente idea que nuestro mayor congreso mundial se organizara allí. Era la primera vez que iba a celebrarse en África, y en un país árabe.

La estancia fue satisfactoria en muchos sentidos, además del científico. Marraquech es hermosa, y la Medina combina la mayor pureza en las tradiciones musulmanas (menos visibles en el resto de la ciudad, mucho más moderna) y un auténtico parque temático y comercial para turistas. Las instalaciones y medios para un congreso con más de 1500 participantes eran más que aceptables.

Pero se hizo evidente también que Marruecos, pese a innegables pasos hacia la modernización, sigue sometido a un régimen político arcaico que no respeta la libre difusión de la información. No haré consideraciones políticas o ideológicas para argumentarlo. Me limitaré a señalar algunas cosas que observé yo mismo:

  • Como en todos estos eventos, además de comunicaciones orales es posible presentar posters que resumen gráficamente los resultados de la propia investigación. Con ellos se crea una exposición de paneles que uno puede recorrer mientras los autores dan las explicaciones que se les soliciten. Pues bien, algunos de ellos fueron retirados sin aviso ni justificación, y en todos los casos ocurría que sus contenidos podían ser contrarios a la doctrina oficial. Por poner un ejemplo, uno de los pósters contenía un mapa de África en el que el territorio saharaui estaba dibujado.
  • A mitad de congreso la familia real agasajó a a todos los asistentes con una cena de gala, en una inmensa haima levantada para la ocasión en unos jardines reales, a las afueras de la ciudad. Pero la cena fue extraña: la cantidad de comida fue escandalosa, pero las bandejas eran depositadas en las mesas y retiradas a tal velocidad que apenas daba tiempo de servirse o de comer. Por lo visto en la tradición marroquí (me explicó un compañero de mesa de la propia Universidad de Marraquech), el propósito de estos banquetes no es dar de comer, sino hacer ostentación de poder y riqueza. Cualquiera de los asistentes podrá confirmar que sobró prácticamente todo; luego el personal de servicio se provee y lo que queda, parece ser, se lleva a instituciones benéficas (no se si los centenares de camareros se benefician mucho más de ese trabajo; algunos llegaban a pedir con mucho disimulo algo de dinero a los comensales).
  • Muchas de las sesiones del congreso fueron vigiladas por policía secreta, con traje y gafas oscuras, y algunas comunicaciones fueron filmadas por tales personas. Quede claro que no se trataba de personas relacionadas con la organización del congreso. Yo mismo pude asistir a una de tales sesiones: el tema conductor era la mortalidad infantil, y por lo visto la sesión debía ser controlada porque un investigador sirio presentaba un trabajo sobre la sobremortalidad provocada por el alto grado de consanguineidad existente en los matrimonios árabes (por lo visto ese es un tema tabú en Marruecos y en el mundo islámico en general).
  • El último día se clausuraba el congreso con una cena de gala a cargo de la organización. Para ello fuimos trasladados en masa, con autocares, a un macro complejo turístico, de dimensiones descomunales y en medio de la nada. Además de la cena, tuvimos multitud de grupos de música tradicional de las diversas partes del país, y un espectáculo ecuestre en una gran explanada central. El sitio es un paraíso para turistas y por lo visto repite el espectáculo cada noche. Un auténtico negocio. El hermano del rey es el propietario.
  • Finalmente, ya en el aeropuerto para regresar a Madrid, no pude encontrar un quiosco de prensa. En todo el aeropuerto sólo hay una librería, y no vende periódicos. Me consolé pensando que en el propio avión estaba incluida la prensa española. Para mi sorpresa, tras el despegue, el personal de vuelo no apareció con los carritos y los periódicos. Sólo lo hizo cuando el avión llegó al Estrecho de Gibraltar y dejó de sobrevolar territorio marroquí. no se reparte prensa en Marruecos.

Es evidente que el ministro marroquí, cuando acusa a los periodistas de tergiversar, sólo hace su trabajo. En diplomacia, casi por definición, los intereses del estado al que se representa son lo primero. Pero viniendo del gobierno marroquí esa acusación es un ejercicio de cinismo doble. Dado su grado de control sobre la información, no deberían salir al extranjero dando lecciones de veracidad periodística.

Los perjudicados son, por una parte, los ciudadanos de Marruecos y, por otra, la verdad. Y los que pretendemos hacer ciencia tenemos algún principio al respecto. Nuestro trabajo consiste, precisamente, crear y difundir conocimiento. Me temo que hacer ciencia, o informar, no son cosas fáciles en Marruecos. Algún asistente al congreso llegó a sugerir que no debía haberse celebrado allí, que no se respetan derechos básicos y que la ONU tiene normas sobre qué países no pueden acoger reuniones de su organización por ese motivo. Yo no lo tengo tan claro. Los principales perjudicados por un eventual aislamiento son los propios marroquíes, no su régimen oscurantista. Creo más bien que lo que hay que hacer es ir y decir las cosas en vez de callarse. A los españoles nos fue muy bien que nos visitaran extranjeros en los años sesenta, cuando el franquismo tenía prohibido hasta el bikini en las playas.


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